sábado, 26 de marzo de 2011

GASTRONOMIA DE SORIANO


"Aquí nació la patria”, así, pintado en un cartel a la entrada de Cardona, me recibe Soriano, un departamento fértil, con una cuenca hidrográfica abundante, de suaves praderas, de buena gente, trabajo y cultura, como se verá. Vengo de lejos, traigo en el alma los mejores recuerdos, tengo en estas tierras familia, amigos, ancestros, vivencias. El objetivo es recorrer sus caminos, vivir y revivir. Eso nos llevara por situaciones, productos, recetas; es que no solo nació, acá se hace patria.

La jornada empezó temprano, me vine manejando un Ford 57, en una madrugada fresca y cuando el sol dijo buen día, por aquello de desayunar como un rey, estacioné en la plaza principal. Di cuenta de unas galletas de campo recién horneadas, un trozo de membrillo, queso tipo Colonia y leche fría. Gloria bendita.

Como no hay apuro, deambulé por aquellas calles, una vecina me saludó, con orgullo me contó de la vida de esa zona y de la Sociedad Criolla La Lata Vieja; poco menos le juré que a la vuelta, visitaría ese centro.

Ahora en ruta 2 tanta felicidad tiene un limite, el motor se recalienta y apenas me da para estacionarlo en las afueras de Santa Catalina. Una anciana me observa hacia ella voy. Le pido un poco de agua, no sabe quien soy, aun así me franquea el paso a su casa. No es una construcción nueva, es de techos altos y ha sido mejorada. Digna, limpia, pintada hace poco, parece vacía con un jardín de hortensias florecidas, sombreado húmedo, mitiga el calor en este enero caluroso. No es todo, me sorprende la quinta.

Doña María, menea la cabeza y con preocupación confiesa su creciente dificultad para mantener tanta variedad de hortalizas y árboles frutales, hay un bastón y una artrosis impidiendo mayor actividad. De cualquier manera esto ayuda a parar la olla aunque ahora vive sola. Tiene ganas de hablar y me comenta que tuvo tres hijos, con mucho esfuerzo los mandó a estudiar, uno es técnico agropecuario, la del medio maestra la más chica da clases de ingles. Todos bien casados al decir y le dieron 5 nietos, tres mujeres y dos varones. ¿y su esposo? Trabajo como un burro, peón de estancia primero con el tiempo llego a encargado, anduvo por todo el departamento, tenía buenas referencias y le encantaban los caballos, hace poco lo perdí; aquellos ojos claros los de la Doña se nublaron. Se repuso rápidamente y continuó. Yo también lo ayudaba. tejí y cocí para afuera, limpiaba la escuela, hacía pasteles y torta fritas, mis gurises los vendían los domingos en la cancha de futbol. Ahora mantengo esto, me dieron una pequeña pensión y mi familia es la gran fortuna que tengo.

De un pozo profundo saque agua, con la cual llene el radiador, cuando regresé a devolver el balde aquella fraterna abuela me regaló tomates, un pepino, una cebolla, un morrón y hojas de albahaca. Y así me despidió con un beso: si va para Dolores, tiene unos cuantos kilómetros por hacer, deberá almorzar este es mi regalo, ya sabe donde vivo, vuelva cuando guste.

El sol se hace sentir al mediodía, el movimiento en la ruta es incesante, muchos camiones cargados con granos, en el campo hay siembra directa sobre rastrojos y a la soja ya crecida le falta agua al igual que a las praderas. Hay al costado del camino, un descanso, un pequeño desvío sobre la banquina cubierto por la sombra de unos enormes eucaliptos. Ahí me quedo.

Tomo aquellas verduras. Pelo la cebolla y el pepino, las troceo en cuadraditos medianos, hago lo mismo con el morrón y dos tomates. Del baúl saco aceite de oliva, sal y tres filetes de anchoas, a estos también los corto. Junto todo en un bol. Le sumo hojas de albahaca troceadas a mano. Lo complemento con pimienta recién molida y gotas de limón. La disfruto con agua. Unos duraznos son el postre y con cuidado hago fuego en una cocinilla a gas para calentar agua. Me tomaré la tarde libre, la voy aprovechar leyendo. En la radio Serrat canta: “y uno es feliz como un niño / cuando sale de la escuela. / De vez en cuando la vida / toma conmigo café / y está tan bonita que da gusto verla. / Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena”.

Por cierto, casi me olvido y todavía no se lo he preguntado. Tengo una invitación ¿me acompaña en este viaje? Hay mucho más para recrear.

Publicado en el Semanario Entrega 2000, sección Las Recetas de Marcos Ruella, el viernes 7 de enero de 2011.-