sábado, 21 de enero de 2012

EL PAQUETE

Sé que no falla pero ansioso pregunto por teléfono: ¿llegó?. Yael me responde, noooo papá, te mando un sms cuando esté en casa. De cualquier manera no me quedo tranquilo, hasta media tarde del jueves cuando el celular vibra delatando el mensaje de mi hija, decía: llegó la caja. Respiré tranquilo.

Luego en mi domicilio, a la noche, como si fuera la primera vez, con un alegre nerviosismo más propio de un niño en día de reyes, abro la encomienda. Un aroma fresco, especiado, se ventila y es nuestra gloria. Una carta, su letra inconfundible nos desea Feliz Navidad. Comienza así un clásico, nuestro institucional.

Mamá en la noche del miércoles, me contó que en Dolores hacía mucho calor y en un taxi con Marito, mi sobrino, habían depositado su pan dulce, en la agencia de ómnibus, saldría en el primer turno de la madrugada a Montevideo. Nene, salió un poco negrito, el horno estaba un poco fuerte me advierte y que los empleados le prometieron su entrega en el día. Claro, la distribución en la ciudad, el penúltimo día hábil previo al 25 se complica, por el tránsito y esa locura general que nos invade por hacer todo a último momento.

Ahora me imagino la previa. Seguro comenzó la jornada muy temprano para armar la masa y el fermento, hubo un antes. Con anticipación preparó su stock de pasas, frutas secas, maníes (si el de mi Vieja lleva maní). Hace la compra cotejando precios y donde la calidad del producto sea óptima, se toma su tiempo y si es necesario busca en varios proveedores locales lo mas conveniente. Ah!, tiene otro secretito. Recibe de manera diaria leche sin pasteurizar, luego de hervirla conserva la gordura, la que sumará no sólo a este panificado también a otras preparaciones; la sustancia grasa es fundamental para transmitir sabores, mejorar el volumen y conservar textura.

A eso de las 10 de la mañana, la vieja mesa de madera ubicada en la cocina, cruje, protesta. Son los kilos de mi madre transmitidos con fuerza por su brazo hábil, al amasar la mezcla de harina, hasta lograr ese punto liso, maravilloso. Dejará leudar, el calor reinante ayuda y sabe el lugar exacto en la casa donde las levaduras mejor trabajan para producir el levado. Luego de ordenar y armar el almuerzo, esta vez rápido y liviano por que no hay que distraerse, tomará los moldes los aceitará y les pegará tiras de papel de estraza. Esto es un detalle mi Madre jamás hace panes chico, son piezas de al menos dos kilos, la condiciona el tamaño de sus moldes. Hace años, yo era muy chico, mi Padre con un amigo abrieron un almacén en la calle 18 de julio, querían sumar mas ingresos a sus habituales tareas de empleados públicos. Por el devenir de la vida, aquella iniciativa mi Viejo la cerró y continuó en otro emprendimiento, ahora solo, un taller de herrería. De su primera actividad comercial nos quedó cantidad enorme de dentífrico, jabones y moldes de pan dulce. Es que antes el dulce de membrillo venía en latas y el almacenero debía abrirlas por uno de los extremos, ja! y hacer mucha fuerza al sacudirla para deslizar la confitura hacia fuera. Con varias de ellas, la abertura fue por uno de sus laterales, el área más grande y de ahí fueron a la cocina familiar. No solo se hace panettone también pan con dulce de membrillo para mis hermanos, ya que los otros nenes, no les gusta ni la fruta abrillantada ni las pasas, ¡lo que se pierden!

El sol da de lleno en la tarde sobre la cocina hogareña eso no la amilanó, prendió el horno de gas. Sabe que buena parte del éxito se lo juega en la cocción, pero el artefacto es confiable, entrega una obra de arte que mi madre barniza con claras batidas a nieve y le suma granas de color a modo de decoración. Lo dejará enfriar, lo envolverá en papel manteca y abrigará con un repasador, irá a una caja a medida hecha por ella misma, escribirá la carta, se cambiará de ropa y partirá para la agencia ubicada en la plaza principal.

Es navidad en casa, sale parrilla, en mesa larga con primos, tocan las doce, nos saludamos y vemos el show pirotécnico, volvemos es el tiempo dulce. Lo corto, se sirven, como dice Tito un judío sabio, el pan no se entrega hay que ir a buscarlo, en señal de que debemos ganarlo. Todos lo halaban es una excepcional factura casera. Más tarde, ya tranquilo, solo y en el patio, lo volveré a probar con leche fresca, lo hacia el Viejo. En el cielo hay muchas estrellas, en una de ellas Papá.

En su memoria y en la del pan dulce de Doña Lila, salud, le deseo lo mejor en el 2012, que todo el mundo sabe por donde va la cosa.-

Publicado en Semanario Entrega 2000, Viernes 30 de diciembre de 2011, pagina 11, en la sección Las Recetas de Marcos Ruella.