lunes, 14 de abril de 2025

 

RESACA QUE ME HICISTES MAL Y SIN EMBARGO TE QUIERO

 

   Permítame antes de la columna, ya en el final del año, una reseña y agradecimientos.

Con la presente nota, son 42, sobre la cocina y su mundo, ofrecí información y opinión. Usted en definitiva es quien valora el trabajo. Por todo eso es necesario varios reconocimientos.

   El primer brindis por mi familia, lo más divino. Los que siempre están, apoyan, aportan, critican y sugieren.

   El segundo brindis: a toda la gente que hace esta radio. Al operador, a los administrativos, dirección y demás compañeros al frente de los distintos programas. Salud buena gente. Son imprescindibles.

   Otra vuelta, muy especialmente la gratitud: a Milagros Herrera. Tuviste la idea de este espacio y lo pusiste en práctica. Tocaste campana de salida, revoleé el poncho, me acomodé en esto de salir al aire, fuiste mi apadrinadora y hoy cierro la vuelta inicial. Nuevamente gracias por la motivación, el espacio y el consejo. Si la audiencia y los anunciantes así lo quieren, vuelvo después de las vacaciones.

  El tiempo para recuperarnos de muchos brindis. La resaca, ósea el exceso de alcohol produce malestar y siempre culpamos a la última copa, no la del tango cantado por el gran Carlitos Gardel cuyo motivo era amoroso. No, la postrera brindando hace poquito, ayer quizás.

   A esta altura del año ya tenemos destilado en nuestro hígado, varios vasos de espirituosas bebidas. Todo comenzó en octubre, con la excusa vana de hagamos una despedida ahora porque después sobre fin de año se complica organizar un día de festejo. No volvimos a encontrar en noviembre y también en diciembre, claro, en el último mes, no hubo semana libre, estamos de turno.

   Comidas de fin de años, con compañeros de trabajo, la barra del futbol, los amigos de la pesca, los muchachos del depósito y la más contrapuesta la de gimnasia. Todo el año nos matamos haciendo ejercicios de fuerza, cardio, de agilidad, de coordinación para bajar kilos rebeldes y ganar calidad de vida; hasta recibimos consejos de comida saludable que se desconocen en la cena de fin de año donde devoramos hamburguesas con panceta, huevo frito, queso cheddar y papas fritas enchumbadas en aceite y mucha bebida alcohólica. ¿Eso es la reunión de un grupo de gente saludable?

  La idea es noble, juntarnos a despedir el año, brindar por lo alcanzado y anhelar un futuro mejor, pero a medida que avanza diciembre, comprobamos una vez más: a noches alegres mañanas tristes.

   La resaca que en otras partes le dicen cruda, goma, guayabo, ratón, chaqui o goya, su duración está determinada por dos cosas: la edad y que tan tonto fuiste la noche anterior. Cuando eras un pibe, a los veinte años, es un simple problema en tu día. Una lavada de cara, un café fuerte, mucho mate y pronto a mediodía para jugar en la cancha. A los treinta, tu pareja la primera vez te da ánimo, te consuela, a la décima te advierte la próxima dormís afuera. A los cincuenta, intentas echarle la culpa al whisky, que es paraguayo y te das cuenta, el padecimiento, que algo en tu anatomía cambió.  

A lo sesenta necesitás tres días, con sus noches, es un calvario. Sos la versión humana de un camión fundido. El radiador no enfría, te hace ruido la amortiguación, la alineación horrible y el aceite no lubrica. Para colmo el trasplante de hígado sale más caro que alimentar un burro a galletitas.

 Yo entiendo que es súper canchera la frase de Frank Sinatra: “el alcohol puede ser el peor enemigo del hombre, pero la Biblia dice que ames a tu enemigo”. Por cierto, el excelente cantante vaya si obedeció a la biblia, en nuestra humanidad es otra historia. La copa de alcohol de su agrado luego de ingresar al cuerpo sufrirá una serie de procesos químicos, otra destilación más. El etanol se irá descomponiendo en derivados eliminándose en forma de agua y otros subproductos y será el hígado el que sufrirá las consecuencias de tan arduo trabajo.

  Por si fuera poco, otro problema. Antes las resacas las padecía el fiestero, estoicamente la familia hacia el aguante y el patrón soporta lo justo y necesario. A lo sumo los compañeros te tomaban el pelo unos días. Hasta el “súbalo ya”, o sea el sacar fotos o video e inmediatamente navegando en redes sociales. Te quieres morir. No podés entender, subiste a esa mesa a bailar sin camisa.  En eso no hay vuelta atrás. Mientras Facebook e Instagram sean rentables, tus malos tragos estarán para regocijo de amigos y enemigos. O sea, las resacas de antes eran más sanas ahora con las redes se sufre eternamente.

   ¿Y cuál es la cura? Lamento decirlo: es igual a la Iglesia de Villa Soriano, 400 años de fundada y no tiene cura. La tradición oral divulga una serie de remedios paliativos. Desde tomar leche, variados té de yuyos, comer fruta, café negro y seguro más fórmulas.

   El alcohol es un diurético, lo que significa que te hace orinar más. Entonces en la medida que recomponemos el balance con agua, tiempo y descanso, la mejor medicina.

En mi caso, al levantarme me tomo un vaso de agua y un jugo natural de naranja recién exprimido y me ayuda bastante. Reitero, es mi caso. A muchísimas personas el jugo de naranja los irrita y les causa otros problemas intestinales. Siempre digo: no soy ni medico ni nutricionista. Casos severos de malestar deben ser consultados al profesional correspondiente.

   A favor de nuestra calidad de vida, dos medidas más. En la fiesta entre trago y trago de alcohol un buen sorbo de agua. Tengamos presente, en un servicio formal en la mesa, hay varias copas, la más grande es para el agua. Por algo es así.

   Segundo: llegar a la reunión bien hidratado. Parece obvio ¿cuantas veces llegamos a la reunión, a final de jornada, cansados, con sed y de apurado nomas, nos mandamos el primer vaso que se nos cruzó? El cuerpo asume que es un líquido, lo toma rápidamente pero no es agua y es el principio del fin.

   Ya el maestro argentino Jaime Dávalos, autor de la letra en la Cueca del Arenal, entre líneas dice que la sed no se apaga con vino.

   Recordando algún texto del escritor Camilo Jose Cela, se me ocurre, ninguna historia de resaca tiene final feliz. Al no ponerle fin a tiempo, quizás la antesala fue dulce, pero al final es cruel.

   Le deseo a usted y familia, que el 2024 sea bueno y dulce, salud sin resaca.

 

 

Columna emitida en el programa Abrazo País, CX 4 Radio Rural, el 30 de diciembre de 2023.