2 X 4 COPETIN I parte
El bar no era muy luminoso. En aquel salón
amplio, sobre la pared del fondo estaba arrimada una vieja heladera de 12
puertas; con bisagras externas grandes, de metal cromado, al igual que los
picaportes. Revestida de madera, lucía sucia, sin brillo. Seguro, cuando la
compraron el lustre reflejó su mejor esplendor.
En sus extrañas oscuras, la cerveza abunda por
mayoría. Algo menos de refrescos, siempre en envases de vidrio; no hay mucha
variedad. Otras tantas botellas fueron recicladas, les sacaron las etiquetas. Bien
enjuagadas las volvieron a llenar de vino, una y mil veces, pocas con agua. Tampoco
le cambiaron el corcho. El vino se compró en damajuanas de 10 litros y se
fraccionó a uno. El vital elemento proviene de la canilla. En ese entonces
nadie desconfiaba de su calidad.
Por encima de ese mueble y a medida, el
carpintero le hizo una tarima con varios escalones, de mayor a menor, donde el cantinero
expone su oferta de licores. Caña, grapa, vermú bianco y rosso, amarga, Espinillar,
escasas de whisky, seguro de contrabando. Las abiertas, con pico vertedor de la
firma Banchero, están a mano del barista, en la primera fila. En los otros
peldaños, la reposición. La más alta, llenas de tierra en su cuello y con alguna
telaraña.
El motor está por debajo, en el piso,
ruidoso. Cuando corta su ciclo hace vibrar las rejillas de madera ubicadas en
el angosto pasillo útil situado entre el alto mostrador y el aparato del frío. Nunca
entendí esa tarima, creo que solo sirve para juntar mugre.
Volvamos arriba, entre tanta botella, esta
confundida la vieja radio a válvulas, la que transmite. “Un boliche como
tantos, una esquina como hay muchas, / un borracho que serrucha su sueño de
copetín”. Pero copetín, perturbador, fue el que en su momento, el 16 de abril
de 1914, publicó el diario La Prensa
de Mercedes, Soriano, con el título “Un Calavera”. Así se refirió:
“Teodoro Maldonado, es un prójimo que no
tiene que ver con el representante “hijo” del doctor Beltran… absolutamente
nada. Don Teodoro no es más que un don Teodoro de Tantos de cepa humilde,
hablando en otros términos. Bueno, anoche a la hora que cantan los gallos, a la
hora que los gallineros corren peligro, a las 24 para decirlo de una vez, don
Teodoro cayó haciendo más eses que Barron, al almacén de don Pedro Arguello
sito en la esquina de las calles Paysandú y Cololó donde con otros camards, se encontraba Jacinto Acuña.
Teodoro –y solo bajo el dominio de Baco pudo
hacer gala de tanto desprendimiento, en una época en que la moneda anda escasa-
invitó a Acuña a tomar un copetín pero Acuña, hombre de bien, casto, virtuoso,
etc., se negó rotundamente a ello–. Con que me desprecias replico Teodoro… ¡Aijuna!–
y sin decir agua va, desenfundó descomunal fariñera.
Suponga el lector lo demás, Olivera, pasado
a la Central por la seccional segunda fue puesto hoy a disposición de Juez de
Paz Local”.
Otros tiempos, sin lugar a dudas, los menos
fueron copetines malos. Sobran los buenos y muy buenos.
Aquella heladera corresponde al bar del Club
Nacional de Futbol de Dolores. El de mi infancia, década del 70, cerca de la
casa paterna. Hoy no existe más. Volveremos a él.
Antes de la receta, apuntes. Una fariñera es
en Argentina y Uruguay, daga de punta y hojas anchas. Barron, citado por el
diario La Prensa, se refiere a John Barron, un aviador inglés, que en la fecha
indicada, llegó a Mercedes en su aeroplano. Desconozco detalles de la nave. Hizo
demostraciones aéreas en el hipódromo. Venia volando de Carmelo y luego se
trasladó a Fray Bentos.
MONTADITO DE BERENJENA
Ingredientes:
berenjena, tomate grande maduro, fetas de jamón, queso rallado, aceite de
oliva, sal, pimienta, albahaca.
Preparación: precalentar
el horno a 180°C. Cortar la berenjena en rodajas finas y sumergir en un bol con
agua y sal. Escurrir bien las rodajas de berenjena y ubicarlas en una bandeja
de horno apenas aceitada. Pincelarlas con aceite de oliva, salpimentar y
hornear, hasta que estén blandas. Retirar, dejar enfriar y reservar. Cortar el
tomate en rodajas. Poner una rodaja de tomate encima de una rodaja de berenjena.
Por encima fetas de jamón. Cubrir con una rodaja de berenjena. Espolvorear con
queso rallado. Disponer sobre una bandeja y llevar al horno a gratinar. Servir con
hojas de albahaca.
Publicado, sin algunas
modificaciones, en el Semanario Entrega
2000, sección Las Recetas de Marcos Ruella, el 9 de septiembre de
2016
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