El desfile de la mañana arrojó, en el puntaje provisorio, un empate en la primera posición entre el carro de sexto biológico y el de quinto humanístico, el que había sido reparado y soldado en la calle río Negro antes de la partida. Ya en la tarde no cabía un alfiler en la península. Ahí se desarrollo un espectáculo artístico que pasó sin pena ni gloria luego el desfile de aspirantes a reina de la primavera y su séquito. Se destacó por el nerviosismo de las bellezas, el orgullo contenido de los padres y el aliento de los compañeros de clase. Mientras tanto en los galpones se instalaban sobre las carrozas alegóricas, las luces y el equipo generador, se chequearon conexiones. A las 20 horas y monedas dio comienzo el desfile nocturno desde plaza Artigas.
Esta nueva propuesta fue todo un acierto. Si la memoria no me falla hasta bien entrada la década del 70 no era obligatorio tomar parte de esta instancia, no se calificaba y resultaba un mero trámite recorrer calle Asencio hacia el Liceo Taruselli para conocer el resultado final. Luego al puntuarse la iluminación, la motivación fue otra y creo que la fiesta tuvo ahí un punto de inflexión positivo. Ganó en brillo el espectáculo y por lo general es cuando mas espectadores de localidades vecinas asisten.
Y aquellos dos carros en pugna se volvieron a sacar chispas, las respectivas coreografías lucieron mas ajustadas, mas desenvueltos estuvieron los bailarines y se pudo apreciar mejor los detalles de la escenografía. El público con aplausos hizo notar su aprobación.
Al llegar frente al liceo es cuando el desfile se vuelve más lento. El tubo humano afina el pasaje, entorpece la representación, hay que detener la marcha para hacer descender la princesa y cumplido el trámite, los chicos se agolpan en torno al escenario oficial. El carro más rápido que volando vuelve a su galpón, total si se rompe no hay problema. Los tramos fueron cubiertos y eso es lo que vale.
Radio San Salvador transmitía en directo, el conductor era Franklin Bonifacio, se lo notaba exultante cuando la voz de Mario Sergio Camacho, el locutor histórico de los fallos hizo escuchar su célebre: “en la ciudad de Dolores a los... “. Se convertía en el momento de mayor tensión.
Don Carlos tenía su corazón puesto en dos carros, sentado en la cocina de su casa, atendía la radio mientras cenaba el cordero asado, restos del mediodía, que a esa altura sabían a gloria. Cuando siente el veredicto exclamó: Madre tendremos problemas.
A los pocos minutos un portazo casi arranca el zaguán del marco y el hijo mayor entró gritando: “Si no le hubiéramos soldado el carro a los de quinto no hubieran desfilado, hubieran perdido, son unos patrinqueros, nos ganaron por nada. Pero no, nosotros los ayudamos y para colmo me tomaban el pelo, justo a mí, que los auxilié. Es una porquería lo que hicieron, hasta Berto Frache los ayudó. No se puede creer”.
La situación era tirante, una palabra a destiempo podía desencadenar mayor enojo por lo que el Padre no se inmutó, la experiencia es sabia consejera. Doña Lila jugó bien su papel, sirvió la comida y preguntó si más tarde irían al baile. Si, vamos, pero tengo una calentura, refunfuñó su primogénito. Claro, ese mal humor no le había quitado el apetito y fue en ese instante que se oye la voz del padre, el tan esperado comentario. “Carlitos te quiero felicitar, salieron primeros en tu categoría, estamos muy contentos y perdieron el Gran Premio en manos del carro de quinto, un gran carro. Cuando se rompió yo te di la orden de que vos y tu hermano me ayudaran a soldar el eje, y lo hicieron bien. Ahí no era un carro rival, acá se ayuda a todo el mundo, no hay enemigos. Son vecinos, los mismos compañeros con los cuales ahora van a ir a bailar, con el cual juegas al futbol. Si, te ganaron, por que un jurado así lo determino pero en la vida se pierde y se gana. Y para esto ultimo hay que mañana volver a trabajar”.
Fue sublime, de lo mejor que me ha pasado en la vida. Sucedió en una Fiesta de la Primavera de Dolores, donde conviven la derrota y el triunfo. Seguro hay 15000 historias más. Yo conté la mía. Perdí con un carro del cual no me acuerdo ni como era, gané para siempre una inmensa lección de vida. Continuara.
Publicado en el Semanario Entrega 2000 en la columna Las Recetas de Marcos Ruella el 15 de octubre de 2010.Fotos gentileza de Mario Ferreira Organización Publicitaria http://www.mfop.net/ Las mismas fueron tomadas en la edición numero 50 de la Fiesta Nacional de la Primavera, desarrollada en Dolores, dpto de Soriano el día 10 de octubre de 2010.
Esta nueva propuesta fue todo un acierto. Si la memoria no me falla hasta bien entrada la década del 70 no era obligatorio tomar parte de esta instancia, no se calificaba y resultaba un mero trámite recorrer calle Asencio hacia el Liceo Taruselli para conocer el resultado final. Luego al puntuarse la iluminación, la motivación fue otra y creo que la fiesta tuvo ahí un punto de inflexión positivo. Ganó en brillo el espectáculo y por lo general es cuando mas espectadores de localidades vecinas asisten.
Y aquellos dos carros en pugna se volvieron a sacar chispas, las respectivas coreografías lucieron mas ajustadas, mas desenvueltos estuvieron los bailarines y se pudo apreciar mejor los detalles de la escenografía. El público con aplausos hizo notar su aprobación.
Al llegar frente al liceo es cuando el desfile se vuelve más lento. El tubo humano afina el pasaje, entorpece la representación, hay que detener la marcha para hacer descender la princesa y cumplido el trámite, los chicos se agolpan en torno al escenario oficial. El carro más rápido que volando vuelve a su galpón, total si se rompe no hay problema. Los tramos fueron cubiertos y eso es lo que vale.
Radio San Salvador transmitía en directo, el conductor era Franklin Bonifacio, se lo notaba exultante cuando la voz de Mario Sergio Camacho, el locutor histórico de los fallos hizo escuchar su célebre: “en la ciudad de Dolores a los... “. Se convertía en el momento de mayor tensión.
Don Carlos tenía su corazón puesto en dos carros, sentado en la cocina de su casa, atendía la radio mientras cenaba el cordero asado, restos del mediodía, que a esa altura sabían a gloria. Cuando siente el veredicto exclamó: Madre tendremos problemas.
A los pocos minutos un portazo casi arranca el zaguán del marco y el hijo mayor entró gritando: “Si no le hubiéramos soldado el carro a los de quinto no hubieran desfilado, hubieran perdido, son unos patrinqueros, nos ganaron por nada. Pero no, nosotros los ayudamos y para colmo me tomaban el pelo, justo a mí, que los auxilié. Es una porquería lo que hicieron, hasta Berto Frache los ayudó. No se puede creer”.
La situación era tirante, una palabra a destiempo podía desencadenar mayor enojo por lo que el Padre no se inmutó, la experiencia es sabia consejera. Doña Lila jugó bien su papel, sirvió la comida y preguntó si más tarde irían al baile. Si, vamos, pero tengo una calentura, refunfuñó su primogénito. Claro, ese mal humor no le había quitado el apetito y fue en ese instante que se oye la voz del padre, el tan esperado comentario. “Carlitos te quiero felicitar, salieron primeros en tu categoría, estamos muy contentos y perdieron el Gran Premio en manos del carro de quinto, un gran carro. Cuando se rompió yo te di la orden de que vos y tu hermano me ayudaran a soldar el eje, y lo hicieron bien. Ahí no era un carro rival, acá se ayuda a todo el mundo, no hay enemigos. Son vecinos, los mismos compañeros con los cuales ahora van a ir a bailar, con el cual juegas al futbol. Si, te ganaron, por que un jurado así lo determino pero en la vida se pierde y se gana. Y para esto ultimo hay que mañana volver a trabajar”.
Fue sublime, de lo mejor que me ha pasado en la vida. Sucedió en una Fiesta de la Primavera de Dolores, donde conviven la derrota y el triunfo. Seguro hay 15000 historias más. Yo conté la mía. Perdí con un carro del cual no me acuerdo ni como era, gané para siempre una inmensa lección de vida. Continuara.
Publicado en el Semanario Entrega 2000 en la columna Las Recetas de Marcos Ruella el 15 de octubre de 2010.Fotos gentileza de Mario Ferreira Organización Publicitaria http://www.mfop.net/ Las mismas fueron tomadas en la edición numero 50 de la Fiesta Nacional de la Primavera, desarrollada en Dolores, dpto de Soriano el día 10 de octubre de 2010.
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