CON LA
ESPERANZA ADELANTE
Lo primero, lo de inmovilizar,
está dicho en función de esa permanente evocación de lo acaecido, ya hace un
tiempo y en otro contexto nacional e internacional. Como se lo sobrevalua actúa
como un freno a las decisiones y acciones de este tiempo. Ejemplos hay muchos:
la Suiza de América, Maracaná o Telecataplum son sujeto del recuerdo señalados
como el pico más alto de nuestra excelencia. Así nos va también, esas pasadas
glorias sirven para que los mediocres se escuden o valen para justificar sus
falencias. Claro tampoco hay muchas intenciones por hacer algo mejor en algunas
corporaciones, se sigue viviendo de aquellos créditos por cierto ya devaluados.
Fruto de ese estado de
añoranza, la noche del 24 de agosto es la noche más bailante del país, a partir
de una iniciativa del empresario Lecueder.
El 24 de agosto de 1978 el
grupo propietario de CX 32 radio Mundo,
organizó un baile con música "vieja", old hits. Ellos no sabían que
estaban frente a un hecho histórico, el primer capítulo de un clásico de la
sociedad uruguaya. Luego de aquella noche, vinieron otras, siempre el 24 de
agosto, con el mismo nombre y estilo. La cosa es salir a bailar aquella música
vieja, la de finales del 60, década del 70 y algo del 80, aunque claro con
el paso de los años, se agregan nuevos temas, que hicieron historia, ya
sea por su vigencia, por sus cantantes, su letra o su promoción. Temas de
Queen, Simon and Garfunkel, Cat Stevens, Beatles, Dire Straits,
Supertramp, suenan junto a gente más comercial, como Barry Manilow, la segunda
etapa de los Bees Gees, la música disco, los new romantics y paro por acá, ya
que la lista sería larguísima.
Es en esta fecha, donde más se sale a
bailar, superando en cantidad a la noche de navidad, año nuevo o carnaval; ya
que en ese día, salen los padres, los hijos, los recién casados, los novios, a
recordar viejos tiempos o no tanto, dependiendo de la edad. Hasta suele ser
común que salga una familia a bailar al mismo lugar, cosa que no sucede en el
resto del año donde cada uno irá a su lugar o estilo de música según
preferencias.
La cosa tomó tal vuelo, que desde los
primeros días de agosto, las radios sacan los éxitos del momento y
difunden la "vieja música" de aquellos monstruos de la canción junto
a otros no tan buenos, pero que fueron muy
promocionados.
En este tiempo, el fenómeno de
la noche de la nostalgia ha trascendido los bailes con música en inglés, por lo
que desde hace varios años, las tanguerías, los bailes de música tropical
también tienen en la misma jornada su “noche”,
sacando a relucir aquellos discos de pasta, guardados en el fondo del
cajón.
Por último, lo de engordar, esa memoria,
muchas veces hermosa, genera en algunos casos angustia oral y como ya lo
sabemos terminamos de alguna manera canalizándola a través del ataque al
servicio del plato o la copa, luego la balanza acusará el exceso.
Me aprovecho entonces de este
estado colectivo donde aflora el pasado, para hacer el ejercicio de recordar
viejos productos y marcas relacionados al objetivo de esta columna. No es
exhaustiva y para eso mucho me han ayudado los compañeros de redacción, la
familia, en el trabajo.
Evoco entonces de mi Dolores
natal la soda repartida en bicicleta por el Nene Otonelli. El carro tirado por
caballo de la panadería La Ideal o su versión moderna, la bicicleta con su
carro con tapa todo forrado de chapa conducido por Chirulo el repartidor de la
panadería de Pirucha. La pizza y las masitas de la confitería Trocadero, las
hacia el padre de David Dufour. Los helados de Monte Bianco o de El Retorno.
Los caramelos Caramer de
Mercedes más sus confituras invernales
como el caramelo de maní, los bombones y sus trufas. La confitería de la Onda,
Garramon y La Mallorquina en Mercedes. El vino de Los Ranchos de Fray Bentos. Las
galletitas venían en latas con un frente circular de vidrio, las que más
recuerdo eran las de la fábrica Famosa de Paysandú; en Dolores las distribuía
Modesto Siniscalchi y como soy amigo de sus hijas, si habré comido de esa
bollería. Por cierto el almacenero envolvía la yerba, el azúcar y otros tantos
productos en papel de estraza.
Los chicos teníamos los
chicles Adams; los Globero; las pastillas Trineo de menta, mentol; los
alfajores Menier; con el vuelto te podías comprar un Chocolondo; las pastillas
Nican eran de menta, mentol, naranja y limón. Los Carambones, eran caramelos de
chocolate y dulce de leche; los chocolatines Aguila; los bombones Napolitano.
Las galletitas Coronación, las Cream Cracker. En Montevideo los bombones se
podían adquirir en Doña Jovita ubicada en la galería Trocadero o en la bombonería Palay (Yi entre 18 de Julio y
San José). También en esta ciudad Conaprole repartía la leche y el yogurt en
botellas de vidrio y tenía una rica crema rusa.
Para la merienda estaban entre
otros el Toddy, el Colcafe, el café Mokambo y el Saint Café. Los huevos eran
Moro y las arvejas Altama venían en una lata a cuadritos. Entre los helados se
podían elegir entre los de Smak, los Osor Polar o hacerlos con el preparado de
Postres Cuesta. De Pando venían los chorizos Cholito.
El mundo de las bebidas era
amplio. Los cerveceros tenían Norteña, Salus y Patricia fabricadas por
distintas empresas en otras tantas ciudades, casi me olvido hubo una Doble
Uruguaya. La malta era Montevideana y a la hora de refrescarse se podía elegir entre Limol, Citral Salus, la
Manzanet con sabor a manzana, Coral, Crush, La Salteña, Tab, Bilz, la naranjita Urreta y el agua Itu.
Esto es en definitiva un aviso
de algo pasado, hay muchos más. Estoy seguro, Ud se debe acordar de otros
tantos nombres, parte de nuestro rico patrimonio.
Como dice Yupanqui: “con la
esperanza adelante, con los recuerdos detrás”.
Que en esta jornada eso nos
sirva como base del futuro el que podemos y debemos construir.
Columna emitida en el programa
Abrazo País, CX 4 Radio Rural, el 19 de agosto de 2023
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