lunes, 28 de agosto de 2023

 

CON LA ESPERANZA ADELANTE

    En Uruguay la nostalgia inmoviliza, baila y engorda; ya veremos por qué digo todo esto.

   Lo primero, lo de inmovilizar, está dicho en función de esa permanente evocación de lo acaecido, ya hace un tiempo y en otro contexto nacional e internacional. Como se lo sobrevalua actúa como un freno a las decisiones y acciones de este tiempo. Ejemplos hay muchos: la Suiza de América, Maracaná o Telecataplum son sujeto del recuerdo señalados como el pico más alto de nuestra excelencia. Así nos va también, esas pasadas glorias sirven para que los mediocres se escuden o valen para justificar sus falencias. Claro tampoco hay muchas intenciones por hacer algo mejor en algunas corporaciones, se sigue viviendo de aquellos créditos por cierto ya devaluados.

   Fruto de ese estado de añoranza, la noche del 24 de agosto es la noche más bailante del país, a partir de una iniciativa del empresario Lecueder.

   El 24 de agosto de 1978 el grupo propietario de  CX 32 radio Mundo, organizó un baile con música "vieja", old hits. Ellos no sabían que estaban frente a un hecho histórico, el primer capítulo de un clásico de la sociedad uruguaya. Luego de aquella noche, vinieron otras, siempre el 24 de agosto, con el mismo nombre y estilo. La cosa es salir a bailar aquella música vieja, la de finales del 60, década del 70 y algo del 80, aunque claro con el paso de los años, se agregan nuevos temas, que hicieron historia, ya sea por su vigencia, por sus cantantes, su letra o su promoción. Temas de Queen, Simon and Garfunkel, Cat Stevens, Beatles, Dire Straits,  Supertramp, suenan junto a gente más comercial, como Barry Manilow, la segunda etapa de los Bees Gees, la música disco, los new romantics y paro por acá, ya que la lista sería larguísima.
   Es en esta fecha, donde más se sale a bailar, superando en cantidad a la noche de navidad, año nuevo o carnaval; ya que en ese día, salen los padres, los hijos, los recién casados, los novios, a recordar viejos tiempos o no tanto, dependiendo de la edad. Hasta suele ser común que salga una familia a bailar al mismo lugar, cosa que no sucede en el resto del año donde cada uno irá a su lugar o estilo de música según preferencias.
   La cosa tomó tal vuelo, que desde los primeros días de agosto, las radios sacan los éxitos del  momento y difunden la "vieja música" de aquellos monstruos de la canción junto a otros no tan buenos, pero que fueron muy  promocionados.

   En este tiempo, el fenómeno de la noche de la nostalgia ha trascendido los bailes con música en inglés, por lo que desde hace varios años, las tanguerías, los bailes de música tropical también tienen en la misma jornada su “noche”,  sacando a relucir aquellos discos de pasta, guardados en el fondo del cajón.
   Por último, lo de engordar, esa memoria, muchas veces hermosa, genera en algunos casos angustia oral y como ya lo sabemos terminamos de alguna manera canalizándola a través del ataque al servicio del plato o la copa, luego la balanza acusará el exceso.

   Me aprovecho entonces de este estado colectivo donde aflora el pasado, para hacer el ejercicio de recordar viejos productos y marcas relacionados al objetivo de esta columna. No es exhaustiva y para eso mucho me han ayudado los compañeros de redacción, la familia, en el trabajo.

   Evoco entonces de mi Dolores natal la soda repartida en bicicleta por el Nene Otonelli. El carro tirado por caballo de la panadería La Ideal o su versión moderna, la bicicleta con su carro con tapa todo forrado de chapa conducido por Chirulo el repartidor de la panadería de Pirucha. La pizza y las masitas de la confitería Trocadero, las hacia el padre de David Dufour. Los helados de Monte Bianco o de El Retorno.

   Los caramelos Caramer de Mercedes más sus confituras  invernales como el caramelo de maní, los bombones y sus trufas. La confitería de la Onda, Garramon y La Mallorquina en Mercedes. El vino de Los Ranchos de Fray Bentos. Las galletitas venían en latas con un frente circular de vidrio, las que más recuerdo eran las de la fábrica Famosa de Paysandú; en Dolores las distribuía Modesto Siniscalchi y como soy amigo de sus hijas, si habré comido de esa bollería. Por cierto el almacenero envolvía la yerba, el azúcar y otros tantos productos  en papel de estraza.

   Los chicos teníamos los chicles Adams; los Globero; las pastillas Trineo de menta, mentol; los alfajores Menier; con el vuelto te podías comprar un Chocolondo; las pastillas Nican eran de menta, mentol, naranja y limón. Los Carambones, eran caramelos de chocolate y dulce de leche; los chocolatines Aguila; los bombones Napolitano. Las galletitas Coronación, las Cream Cracker. En Montevideo los bombones se podían adquirir en Doña Jovita ubicada en la galería Trocadero o en  la bombonería Palay (Yi entre 18 de Julio y San José). También en esta ciudad Conaprole repartía la leche y el yogurt en botellas de vidrio y tenía una rica crema rusa. 

  Para la merienda estaban entre otros el Toddy, el Colcafe, el café Mokambo y el Saint Café. Los huevos eran Moro y las arvejas Altama venían en una lata a cuadritos. Entre los helados se podían elegir entre los de Smak, los Osor Polar o hacerlos con el preparado de Postres Cuesta. De Pando venían los chorizos Cholito.  

   El mundo de las bebidas era amplio. Los cerveceros tenían Norteña, Salus y Patricia fabricadas por distintas empresas en otras tantas ciudades, casi me olvido hubo una Doble Uruguaya. La malta era Montevideana y a la hora de refrescarse  se podía elegir entre Limol, Citral Salus, la Manzanet con sabor a manzana, Coral, Crush, La Salteña, Tab, Bilz, la naranjita Urreta y el agua Itu.

   Esto es en definitiva un aviso de algo pasado, hay muchos más. Estoy seguro, Ud se debe acordar de otros tantos nombres, parte de nuestro rico patrimonio.

   Como dice Yupanqui: “con la esperanza adelante, con los recuerdos detrás”.

   Que en esta jornada eso nos sirva como base del futuro el que podemos y debemos construir.

 

  Columna emitida en el programa Abrazo País, CX 4 Radio Rural, el 19 de agosto de 2023

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