A USTED:
Estimado y afamado cocinero/a
devenido en conductor de programa de televisión:
Con puntualidad suiza y fanatismo argentino asisto en primera fila a su
programa; ya quisiera el padre Antonio la misma periodicidad para con mis
deberes religiosos. Una aplicación que no tuve en mis estudios de grado copio
sus recetas, presto atención a sus consejos, guardo de vuestra web mayor
información y he comprado, en la medida de mis posibilidades, los libros de su
auditoría. Mi afán, llega al punto de encargar a mis amigos la grabación en dvd
de aquellos capítulos, escasos por otra parte, a los cuales no puedo acudir. Desde
ya debo agradecerle algo, mi entusiasmo hacia sus episodios me libran de la
tortura de observar a once pata duras enfundados en la otrora gloriosa celeste;
le debo ese favor.
Va por delante mi
reconocimiento a su buen hacer en los fogones, su maestría en el manejo de
técnicas y productos. Si eso fuera poco se le suma la cuidada estética
complementando los platos con datos históricos interesantes. Aunque claro a
veces suena tedioso y tiene cierta tendencia a caer en el uso excesivo de
adjetivos. En confianza permítame presentarle algunas cuestiones, por eso:
Usted para cocinar una fórmula utiliza
varios ingredientes y todos están limpios, pesados, contados, hidratados,
cortados, rebanados, de manera prolija y uniforme.
Usted que hace un postre
utilizando dos tipos diferentes de merengue, bate y hornea un bizcochuelo,
monta una crema chantilly, templa el chocolate y arma un enrulado, confita la fruta, en un tiempo de veinte
minutos decorando de manera simétrica con una crema en un acabado perfecto.
Todo esto sin ensuciar en lo más mínimo su inmaculado peto.
Usted que cuando le publican su
receta en la web del canal uno descubre que las cantidades no son precisas, sobran
ingredientes, hay faltas de ortografía, el procedimiento no es claro y le
abrevian las explicaciones más importantes que justo recalcó como fundamentales
Usted que guarda en la heladera
salmón chileno, lomo vacuno, queso parmesano italiano, crema de leche de cabra,
langosta y trucha de un criadero de
Usted que en la despensa guarda
variados morrones mexicanos, papas peruanas, rúcula recién cortada y un cuenco
reboza de romero, perejil, cilantro, albahaca, menta y tomillo y ¡no se le
secan!
Usted que frita en dos litros
de aceite de oliva extra virgen dos filetitos de morondanga y luego desecha esa
grasa porque en el fondo se decantaron algunas migas del rebozado.
Usted que gasta dos rollos de papel para
limpiar las manchas de sangre del corte de carne o se vale de blancos
repasadores al momento de pelar las remolachas; al respecto en mi casa tengo
dos con manchas rebeldes y ni el jabón más agresivo pudo con ellas.
Usted que desgrasa los fondos
de cocción con un vino tinto reserva denominación de origen controlada que sale
en mostrador más de $ 700 pesos o con un linajudo champagne elabora una salsa
de la cual solo tomará seis gotas y las depositará de manera concéntrica en
torno al sangrante filete cárnico.
Usted que dispone de un surtido de aparatos
eléctricos de diseño italiano, ollas y cubertería francesa, copas Riedel, más
chiquicientos instrumentos extraños es seguro, en su casa también los dispone.
Usted, ¿me puede decir como hace?
Su seguro servidor, Marcos Ruella.
Columna
emitida en el programa Abrazo País, CX 4 Radio Rural, el 28 de octubre de 2023.
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